Crisis del sindicalismo en Colombia
La
crisis del movimiento sindical en Colombia puede generar un agravante más al
momento difícil por el que atraviesa la economía colombiana. La amenaza de un
paro petrolero por parte de la Unión Sindical Obrera puede llegar a reforzar la
crisis en el sector de los hidrocarburos por la caída de 50% en los precios del
petróleo.
El
movimiento sindical en Colombia se encuentra en crisis. El protagonismo de los
sindicatos ha disminuido en las decisiones sustantivas del mercado laboral de
manera evidente. Debido a cambios en las relaciones contractuales y al
posterior crecimiento de la tercerización laboral, sumado al crecimiento del
ideario anti sindical en los empleadores y a la falta de formalización del
proceso de negociación en el sector público, los sindicatos pierden cada vez
más su poder de negociación real dentro del mercado laboral colombiano. En ese
contexto, existen cuatro razones fundamentales que explican el decaimiento del
movimiento sindical en el país:
1.
Los cambios en la estructura productiva del país afectan la labor de los
sindicatos
Los
cambios en el nivel de escolaridad en la Población Económicamente Activa (PEA)
y el aumento en los costos laborales han generado una transformación en la
estructura productiva del país. Según datos de la Dirección Nacional de
Planeación, la participación del empleo urbano por sectores cambió
drásticamente entre 1986 y 2007: por un lado, los sectores de la industria (24%
a 20%), la construcción (6,7% a 5,6%) y los servicios sociales y comunales
(28,7% a 23,9%) se redujeron con el paso del tiempo; mientras que, por otro
lado, el sector comercial (25,4% a 27,8%), el transporte (6,2% a 9,1%) y los
servicios financieros (6,5% a 11,7%) aumentaron en los últimos años (Cárdenas,
2009). Lo anterior, claramente afecta la base social de los sindicatos y reduce
su capacidad de acción dentro mercado laboral, pues la mayoría de sus afiliados
pertenecen a los sectores que presentaron caídas en la participación del empleo
urbano.
2.
Los cambios en las relaciones contractuales y en la reglamentación jurídica
afectan la capacidad de acción del movimiento sindical
El
cambio en la regulación salarial (por ejemplo, el pago de horas extras,
recargos nocturnos, dominicales y festivos) transformó la identidad de los
trabajadores y el sentido de pertenencia con las empresas e incentivó la
búsqueda para disminuir los costos de contratación por parte de los
empleadores. La falta de un contrato laboral formal, con prestaciones sociales
que garantizara la estabilidad laboral, minimizó el papel que juega una
organización sindical dentro de cualquier empresa. El auge de los contratos por
prestación de servicios y el outsorcing impiden que los trabajadores se agrupen
y se vinculen para proteger, garantizar o mejorar sus condiciones laborales. La
caída en la contratación de trabajadores de planta reduce, por obvias razones,
la estructura presupuestal y organizacional de estos movimientos y la identidad
del trabajador perteneciente a un entorno laboral.
Además,
a pesar de que en el artículo 55 de la Constitución Política de Colombia se
garantiza el derecho a la negociación colectiva para regular las relaciones
laborales, en la práctica, la concertación laboral y los otros medios pacíficos
y legales son insuficientes para la resolución de los conflictos colectivos de
trabajo. Los procesos de negociación en el sector público no están formalizados
y esto estimula a los sindicatos a utilizar el paro como único medio para
visibilizar su existencia y sus demandas laborales. (Urrutia, Rodríguez &
Sánchez, 2010).
3.
La politización y los intereses particulares atentan contra el deber ser del
sindicato colombiano
La
politización y la dependencia de las agendas políticas de los dirigentes no
permiten enfocarse en los problemas estructurales que demandan la intervención
de los representantes de los trabajadores. Existe una relación muy estrecha
entre los partidos y movimientos políticos de izquierda y los sindicatos en el
país. El Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) y el Partido
Comunista Colombiano (PCC) son algunos ejemplos de la dependencia ideológica de
los sindicatos. Esto se convierte en un problema cuando las pretensiones de los
dirigentes políticos se transforman en la hoja de ruta del movimiento sindical
y, así mismo, sus miembros son utilizados como base social que representa los
intereses particulares del movimiento. Si bien es muy importante que los
miembros de los sindicatos apoyen otras causas sociales y políticas, esto
desvía la identidad y el verdadero propósito de un sindicato: velar por la
estabilidad laboral y por los derechos de todos los trabajadores.
4.
Las actitudes y la violencia antisindical son muy fuertes en Colombia
La
actitud antisindical por parte de los empresarios ha generado una extrema
estigmatización sobre el movimiento. Más aún, según datos de la Escuela
Nacional Sindical, Colombia es el país más peligroso del mundo para ejercer la
actividad sindical, debido a la violación de derechos humanos y del derecho a
la vida, llegando a cerca de 12500 casos de violaciones de derechos (torturas,
persecución, asesinatos) entre 1986 y 2011 (Cote, 2012). Según Luis Alberto
Vanegas, miembro de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), en Colombia se
cometen el 60% de los asesinatos de sindicalistas que se presentan en todo el
mundo. Así, en Colombia no sólo es difícil pertenecer a un sindicato por el
estigma que esto conlleva, sino que se agrega una amenaza a la seguridad y al
derecho a la vida por pertenecer al movimiento.
Repensar
el sindicalismo en Colombia
El
movimiento sindical en Colombia debe reinventarse. Su participación en temas
decisorios y relevantes para el grueso de los trabajadores en Colombia se
limita a las intervenciones anuales en la mesa de concertación laboral: la
negociación del aumento del salario mínimo que siempre se realiza por decreto y
no corresponde a un acuerdo entre los empresarios y los trabajadores. En ese
contexto, el poder real de negociación del movimiento sindical se reduce cada
vez más y se aleja de las conquistas laborales de las décadas del ochenta y el
noventa. El movimiento debe trascender de los reclamos económicos y sociales
particulares y encontrar una manera de articular las luchas locales con las
necesidades económicas y políticas de los trabajadores a lo largo y ancho del
territorio nacional. Esto es, articular las nivelaciones salariales propuestas
por la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), la reivindicación de los
derechos de los corteros de caña por parte de la CUT y las demandas del sector
petrolero por parte de la Unión Sindical Obrera (USO).
Lastimosamente,
la articulación entre sindicatos se reduce al apoyo en los paros realizados por
una u otra organización. El paro tiene altos costos económicos y de
gobernabilidad, que afectan a la sociedad civil por el congestionamiento de los
procesos en las entidades públicas y por el costo de la suspensión de las funciones
de los empleados estatales (basta recordar el paro realizado por la Asociación
Nacional de Funcionarios y Empleados de la Rama Judicial (ASONAL judicial)).
Esta situación puede tornarse cada vez más problemática si los trabajadores del
sector del petróleo y de otros sectores de la economía deciden unirse al paro
convocado por la USO. La crisis económica que se avecina por la caída de 50% en
los precios del petróleo se puede agudizar en los próximos días: la amenaza de
un paro petrolero por parte de la USO puede llegar a ser el detonante de una
profunda crisis social y económica en el país.
El
anuncio de un posible paro indefinido por parte de la USO se genera a raíz de
la no renovación de más de 600 contratos en el departamento de Santander. Esta
situación deberá ser mediada por un ex-líder sindical y presidente de la USO y
la CUT, el actual Ministro de Trabajo, Luis Eduardo Garzón. El ex alcalde
deberá demostrar su conocimiento sobre las necesidades y requerimientos de
ambas partes para lograr una solución por medio del diálogo y de la
participación real y efectiva del movimiento sindical.
Nota:
hoy, miércoles 25 de marzo, se reúnen las directivas de la Unión Sindical
Obrera con los ministros de Hacienda, Trabajo y Minas y Energía para dialogar
sobre las implicaciones del nuevo Plan Nacional de Desarrollo sobre los
derechos de los trabajadores. Si no llegan a un acuerdo, los trabajadores
afiliados a la USO entrarían en paro indefinido, lo que resultaría un agravante
más para la crisis del sector minero-energético y, por ende, para la economía
del país.
Fuentes:
Cárdenas, M. (2009). Introducción a la Economía Colombiana. Bogotá D.C.: Alfaomega Colombiana S.A.
Cote, L. C. (2012). Maestros, petroleros y palmeros : tres casos emblemáticos de violencia antisindical en Colombia 1986-2011. Bogotá : Uniandes.
Observatorio del mercado de trabajo y la seguridad social. (2004). Los sindicatos en Colombia. Una aproximación microeconómica . Bogotá : Universidad Externado de Colombia .
Urrutia, M., Rodríguez, D., Rogríguez, C., & Sánchez, J. (2010). Reforma de derechos sindicales y desarrollo. Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Economía, CEDE, Ediciones Uniandes.F
Recuperada
del enlace: El Espectador; Juan Felipe Rubio, http://blogs.elespectador.com/economia/el-mal-economista/crisis-del-sindicalismo-en-colombia-2
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